Llegué por el dolor a la alegría. Supe
por el dolor que el alma existe. Por
el dolor, allá en mi reino triste, un
misterioso sol amanecía. Era
la alegría la mañana fría y
el viento loco y cálido que embiste. (Alma
que verdes primaveras viste maravillosamente
se rompía.) Así
la siento más. Al cielo apunto y
me responde cuando le pregunto con
dolor tras dolor para mi herida. Y
mientras se ilumina mi cabeza ruego
por el que he sido en la tristeza a
las divinidades de la vida.
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